Queridxs amigxs y camaradas,
Mañana, sábado 18 de diciembre de 2021, es el Día Internacional del Migrantx. Los gobiernos y las instituciones de todo el mundo harán declaraciones sin sentido sobre cuánto se preocupan por lxs migrantxs y sus derechos. En muchas zonas fronterizas de todo el mundo podemos ver a diario cómo se manifiesta esta preocupación por el bienestar de lxs migrantxs: ellxs son perseguidxs, maltratadxs, disparadxs, violadxs, privadxs de sus derechos, detenidxs, torturadxs, deportadxs y forzadxs a vivir en circunstancias inhumanas con la pandemia de Covid todavía furiosa a nuestro alrededor.
Sólo en las últimas semanas hemos sido testigxs de la muerte de 55 migrantxs en un accidente de camión en México, de 27 migrantes cuando un bote volcó en el Canal de la Mancha, de personas en las fronteras de Polonia y Lituania con Bielorrusia y personas en movimiento en ruta a las Islas Canarias. Muertes evitables, que se suman a las decenas de miles de refugiadxs que han muerto debido a los regímenes fronterizos en todo el mundo.
Este año ha estado lleno de imágenes impactantes de personas desesperadas en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, de los continuos horrores en las cárceles para refugiados de Libia, de los millones de venezolanxs que buscan mejores condiciones económicas y de los cientos de miles de personas Rohingyas de Myanmar que se han visto forzadas a dejar sus hogares. Hemos sido testigos de una mayor erosión de los derechos de lxs refugiadxs, con el proceso de la UE de normalizar los rechazos ilegales y una nueva ley australiana que puede mantener encerrados indefinidamente a los refugiados indeseables. Y hemos visto la expansión en curso del sistema global de seguridad y control fronterizo, con sus muros y cercas, su tecnología de vigilancia y bases de datos biométricas, sus armas, helicópteros y drones, y sus centros de detención y aviones de deportación.
A fines del año pasado, 82.4 millones de personas, más del 1% de la población mundial, fueron desplazadas por la fuerza, según ACNUR. Más de 6 millones de ellxs son Palestinxs, lo que representa más de la mitad del Pueblo Palestino. La mayoría de ellxs han sido expulsadxs de sus hogares desde 1948 y luchan por su derecho a regresar. Esto hace de la lucha Palestina una lucha paradigmática de los refugiadxs por la justicia.
Lxs migrantxs y refugiadxs luchan por sus derechos a permanecer con dignidad y justicia en sus países de origen, a trasladarse siempre que se vean obligados, protegidos y respetados en los países de acogida, y a regresar de donde tuvieron que huir.
Después de siglos de colonialismo, los países del Norte Global han impuesto su sistema de muerte capitalista en toda la Tierra, destruyendo el planeta, robando a las personas sus tierras y recursos, desplazándolas y obligando a miles de millones de personas a vivir en la pobreza y la inseguridad, esclavizando sus vidas en beneficio de lxs ricxs. Los mismos gobiernos siguen alimentando las razones por las que las personas se ven obligadas a huir -exportaciones de armas, intervenciones militares, cooperación con dictadores, robo de tierras, cambio climático, relaciones comerciales desiguales, políticas económicas, exteriores y militares agresivas, etc.- conduciendo a más y más personas lejos de sus hogares.
Muchos de ellos permanecen en su país de origen o en países vecinos, a menudo plagados de sus propios problemas. Si bien solo un pequeño porcentaje intenta cruzar a los países del Norte Global, son precisamente esos Estados ricos los que están haciendo sonar ruidosamente los tambores del miedo y la xenofobia. Ellxs ven a las personas en movimiento como amenazas: a la seguridad nacional, a otras personas, al empleo.
Lxs ricxs protegen su riqueza arrojando trillones de dólares en la construcción de un aparato militar y de seguridad para mantener al resto del mundo bajo control. Ellxs son los que están construyendo muros y, en el proceso de externalización de fronteras, empujan a otros países a aumentar la seguridad fronteriza para mantener a lxs migrantxs lo más lejos posible de sus propias fronteras.
Los Estados europeos han construido más de 1000 kilómetros de muros anti-migración y la UE está formando su propia fuerza policial fronteriza armada, el Cuerpo de Guardia Fronteriza Permanente Frontex. Ha ampliado el mandato de Frontex en general, incluidas las operaciones fuera de Europa, expandiendo las fronteras europeas al interior de África, y para la coordinación de deportaciones conjuntas de los Estados miembros de la UE. El gobierno de Biden ha denunciado el muro fronterizo de Trump, pero ha reemplazado más silenciosamente esta política con un muro fronterizo tecnológico igualmente destructivo. Australia está gastando miles de millones de euros en renovar su fuerza fronteriza y su equipo de seguridad fronteriza.
La industria militar y de seguridad ha presionado con entusiasmo y éxito a los gobiernos y las fuerzas fronterizas para que adopten la securitización. Los resultados son más seguridad y control fronterizo, militarización de las fronteras, más muros y vallas, el uso de sistemas autónomos e inteligencia artificial, la recopilación de cada vez más datos personales, etc. En un mercado en rápido crecimiento, las empresas de armas como Lockheed Martin, General Dynamics, Airbus, Leonardo, Thales y Elbit Systems están ganando miles de millones de dólares cada año para mantener lejos a la gente en movimiento. Para muchas empresas, esto significa la segunda vez que se benefician de la miseria del mismo grupo de personas, ya que también proporcionan las armas y tecnologías para mantener las guerras, la represión y las violaciones de derechos humanos vigentes.
Durante años, el gobierno, las fuerzas armadas y la industria militar y de seguridad israelí han estado a la vanguardia de la creciente exclusión de lxs migrantxs y del desarrollo y suministro de herramientas y tecnologías para hacerlo a escala mundial. Esto no es una coincidencia, sino que se basa en décadas de ocupación, guerra, exclusión y represión contra lxs Palestinxs y, cada vez más, también contra lxs refugiadxs. El Estado de Israel ha creado un moderno sistema de apartheid basado no solo en un militarismo brutal, muros y represión, sino también en un sistema refinado de tecnologías de seguridad y equipos de vigilancia de alta tecnología.
Utilizando términos como "probado en combate" y "probado en el campo de batalla" para promover dichos equipos, la industria de armas israelí ha exportado con éxito sus productos a todo el mundo. Los drones de Elbit están realizando misiones de vigilancia para Frontex en el Mediterráneo. La misma empresa ha proporcionado torres de vigilancia para la frontera entre Estados Unidos y México. Tanto Grecia como Alemania alquilan drones de las Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI) para patrullas fronterizas.
En un giro irónico, el mismo sistema que mantiene fuera a la gente también se beneficia de ellxs. Está creando un mercado para redes de contrabando sin escrúpulos, a las que las personas desesperadas en movimiento tienen que recurrir para evitar las fronteras militarizadas y el aumento de los controles fronterizos. Mientras tanto, la gente también tiene que utilizar rutas cada vez más peligrosas. Como el Mediterráneo, donde decenas de miles de migrantes se han ahogado o muerto, muchas zonas fronterizas de todo el mundo se han convertido en cementerios para lxs refugiadxs. Aquellxs que llegan a los países de acogida son explotadxs como trabajadorxs migrantxs documentadxs e indocumentadxs. El dinero puede fluir libremente por todo el mundo, las personas solo cuando tienen suficiente dinero o son instrumentales para quienes lo tienen.
Las perspectivas son sombrías. Los gobiernos se han atrincherado ellos mismos en un discurso unidireccional de aumento y militarización de las fronteras, desplegando medidas cada vez más draconianas para detener a las personas en movimiento, erosionando los derechos de lxs migrantxs y aumentando las ganancias de las empresas militares y de seguridad.
Es en este contexto oscuro que debemos cooperar y cultivar semillas de resistencia y esperanza contra este sistema letal y las barreras para las personas que crea. Como movimientos que se han unido en la iniciativa por un Mundo sin Muros, instamos a todxs a unir acciones en apoyo de lxs migrantxs y contra los muros fronterizos.
Como toda lucha por la libertad y la justicia, la lucha contra las fronteras y los muros es una lucha a largo plazo que necesita mucho más que un día de acción. Sin embargo, si unimos nuestras manos y fuerzas en solidaridad, podremos derrotar los sistemas de exclusión y apartheid y crear un mundo más libre, humano y habitable.